Con una amargo sabor a tongo. Así se quedó la delegación española tras su paso por Eurovisión. Que Melody no ganase entraba en los planes, pero que solo recibiera unos ridículos diez puntos en el televoto hirió demasiado el orgullo nacional, hasta el punto de atreverse a poner en evidencia el sistema de voto popular que utiliza la poderosa Unión Europea de Radiodifusión (UER).
RTVE que, en esta edición, se había mostrado crítica ante una organización que blanqueaba Israel y que había prohibido hablar del conflicto bélico, no se quedó callada. Primero, en la retransmisión, donde mostró antes de la aparición de la representante israelí el siguiente mensaje: “Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina”. Y, a posteriori, cuestionando un televoto que pareció castigar el atrevimiento español al mismo tiempo que premiaba a Israel con la máxima puntuación. El voto profesional salvó la situación permitiendo que el operístico JJ alzara el micrófono de cristal para Austria. Salvados in extremis. Porque entonces sí que el escándalo hubiera sido mayúsculo.

Yuval Raphael, representante de Israel, y Melody durante su actuación
La UER ha tenido que escuchar esta semana las quejas no solo de España, que ha pedido “abrir un debate sobre si el sistema de televoto es el más adecuado y si los conflictos bélicos lo condicionan”, teniendo en cuenta el episodio de este año con Israel, pero también lo ocurrido en 2022 con Ucrania, que impidió el triunfo de Chanel. Bélgica, Países Bajos e Islandia se han sumado a RTVE cuestionando el sistema de televoto, la politización del concurso e incluso se han oído unas primeras voces que ponían en duda la participación de alguna delegación en la próxima edición.
El mismo ganador de Eurovisión, sin pelos en la lengua, ha pedido que Israel no participe el año que viene en el concurso debido a la guerra en Gaza. Y con la fuerza que da el triunfo, el cantante también ha cuestionado el sistema de recuento de votos y ha solicitado que se revise para garantizar una mayor transparencia. Melody, en cambio, ha preferido surfear su antepenúltima posición aplicándose el mensaje de su canción Esa diva: “Una diva no pisa a nadie para brillar / Su voz le hace grande, ¿qué más da / si ella es libre cantando como un pez en el mar?”. Eso sí, canceló su agenda y hablará, en frío, el próximo lunes.

El cantante austríaco Johannes Pietsch, conocido como JJ con el micrófono de cristal
El asunto eurovisivo caló tan hondo en el sentir español, que el propio presidente del gobierno Pedro Sánchez se sumó a la polémica pidiendo la expulsión de Israel. “Nadie se llevó las manos a la cabeza cuando se inició hace tres años la invasión a Ucrania, y se le exigió a Rusia la salida de competiciones internacionales, y también no participar, como hemos visto este fin de semana, en Eurovisión”, recordó. “Por tanto, tampoco debería hacerlo Israel, porque lo que no podemos permitir son dobles estándares, tampoco en la cultura”, aseguró. La politización del certamen está, como vemos, más servida que nunca.
La omnipotente EUR salió del embrollo en un primer momento defendiendo el sistema de televoto y perdonando la vida a RTVE, a quien, aseguró, no piensa multar por el desacato a la autoridad exhibiendo el mensaje a favor de Palestina. Pero no había suficiente. Y este mismo viernes el director de Eurovisión, Martin Green, ha asegurado que se estudiará una revisión del sistema de televoto tras reconocer que “la motivación de las comunidades o diásporas en torno a ciertos concursantes” puede provocar disfunciones. Parece que el ‘basta’ de España ha acabado dando algún fruto.

Kim Kardashian
Unos frutos que también ha recogido Kim Kardashian gracias a su esfuerzo. La influencer ha celebrado su graduación en Derecho después de seis años de intenso estudio. Ya hace tiempo que la estrella de la telerrealidad se había significado por pedir revisiones de condena de presos, entre ellos, los mediáticos hermanos Menendez que esperan en breve poder salir de la cárcel. La hija del abogado Robert Kardashian, quien defendió a O.J. Simpson, parece que está dispuesta a seguir sus pasos, quizá para defenderse a ella misma en un futuro, aunque difícilmente vivirá un caso similar al que ha tenido que hacer frente en París, el denominado ‘robo del siglo’ que nunca hubiera querido protagonizar.
La influencer se mostró compasiva con sus atracadores durante el juicio por el espectacular robo de sus joyas, valoradas en más de 10 millones de dólares. Y la fiscalía ha acabado pidiendo unas penas que van de diez a seis años de prisión para los implicados. Cierto que también ha influido la elevada edad de los ladrones. No en vano se les conoce como la banda de los yayos. El supuesto cerebro del grupo, Aomar Ait Khedache, de 69 años, ahora sordo y casi mudo, pidió perdón a Kardashian a través de una carta durante la vista. Y la celebrity respondió el gesto con una frase que pasará a la historia, como el propio robo: “Aprecio la carta y te perdono. Pero no altera la emoción, los sentimientos y el trauma, la manera en la que mi vida ha cambiado”.

Jennifer Lopez en la fiesta de Vanity Fair yAmazon MGM Studios
Quien quizá necesite los servicios de Kim Kardashian sea Jennifer Lopez. A la estrella de la música y del cine le piden más de un millón de euros por publicar en sus redes sociales unas fotografías suyas. Eso sí, no contaba con el permiso del fotógrafo que las hizo. Edwin Blanco y Backgrid, la agencia para la que trabajaba, consideran que la ex de Ben Affleck compartió las fotos tomadas en la fiesta de Amazon MGM Studios y Vanity Fair con fines comerciales, de autopromoción y sin la autorización pertinente previo pago. La broma le saldrá cara y pone de manifiesto que salir en la foto no da derecho a utilizarla, algo que ya debería saber. La celebrity afrontó dos demandas similares en el pasado, al igual que otras famosas como Dua Lipa, Gigi Hadid o Khloe Kardashian.

Emanuele Filiberto de Saboya
La familia de los Saboya también necesita servicios legales. Los descendientes de Umberto II, último rey de Italia, quieren recuperar las joyas de la corona que perdieron, pero la justicia de su país lo tiene claro: pertenecen al Estado. El reciente dictamen choca con la voluntad de los herederos de la antigua casa reinante, liderados por Emanuele Filiberto de Saboya. Por este motivo, han anunciado que llevarán el caso a la Corte Europea de Derechos Humanos. Si las joyas de la Kardashian no eran baratas, todavía lo son menos las de los Saboya, valoradas en unos 300 millones de euros.

Kanye West y su esposa Bianca Censori, medio desnuda, pasean por Mallorca
Mucho más baratos, por lógica, son los no vestidos de Bianca Censori. La mujer de Kanye West volvió a ponerse un desnudo, por decirlo de alguna manera. Esos que ha prohibido Cannes seguramente para evitar la imagen que ella misma ofreció en la alfombra roja de los últimos Grammy. Esta vez, la arquitecta se paseó semidesnuda por el municipio mallorquín de Santanyí. Fue a comprarse un helado con un top de rejilla completamente transparente y sin sujetador combinado con una falda que dejaba al descubierto buena parte de su cuerpo. Y eso que todavía no aprieta el calor estival típico de la isla.
Su marido, que la acompañaba en su paseo mallorquín, también ha tenido esta semana su momento de gloria. En este caso, para expresar que ha cambiado de opinión y que ya no odia a los judíos tras el asesinato de dos trabajadores de la embajada de Israel en Washington. “Quiero a todo el mundo. Que dios me perdone por el dolor que he causado y perdono a los que me han causado dolor. Gracias, Dios”, escribió en sus redes. El viraje del rapero con su antisemitismo, que este mismo mes publicaba una canción titulada Heil Hitler con apología nazi incluida, ha venido impulsado por la reacción de sus hijos ante estas muertes, según ha contado. Y ha asegurado que ahora quiere “salvar el mundo otra vez”. Que Dios, el que sea, nos pille confesados.