Carles Casajuana: “En el ‘procés’, la política de unos y otros fue un cúmulo de disparates”

Literatura

El escritor vuelve a enfrentar a dos autores, uno en catalán y otro en castellano, en su nueva novela, ‘La guerra dins la guerra’

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Carles Casajuana, fotografiado en Barcelona

Llibert Teixidó

El primer indicio de los lectores atentos de Carles Casajuana (Sant Cugat, 1954) sobre la continuidad entre su nueva novela, La guerra dins la guerra (Proa), y dos de las anteriores: L’últim home que parlava català (2009) y El melic del món (2013) es que las tres empiezan con las mismas palabras: “El primer indicio...”. No solo eso, sino que el escritor y exdiplomático recupera como protagonistas a los escritores barceloneses Ramón Balaguer, que escribe en castellano, y Miquel Rovira, que lo hace en catalán. Aquí, competirán por la relación con Chantal Grenier, una doctoranda quebequesa que prepara una tesis sobre las brigadistas en la Guerra Civil –el libro que está escribiendo Rovira se centra en las luchas entre comunistas y anarquistas en torno a los Fets de Maig de 1937– y se apunta a un taller de escritura –que imparte Balaguer–.

Casajuana concede que bajo esta superficie hay varias novelas en paralelo: “Es una novela sobre un triángulo amoroso, pero también sobre los límites entre las relaciones personales entre profesores y alumnos y sobre el oficio de escribir, porque es lo que está constantemente flotando, y además es una novela sobre la Barcelona actual, bien, o más bien la del 2019, el paisaje tras la batalla del procés”. “La Barcelona de aquel momento –continúa el autor– ya tiene los problemas actuales, como el problema del alquiler, la invasión turística y, evidentemente, el procés, que sigue flotando en el ambiente. Pero también lo paso por unos filtros, porque el juego de espejos, de la metaficción, permite ver las cosas desde varios ángulos. Hay una novela que escribe uno de ellos sobre la lucha fratricida de los republicanos en la guerra. Pero también está la tesis sobre el papel de la mujer, con la idea de que proyecte luz sobre la situación actual. Toda novela es un juego de palabras, pero con pasiones y con intereses y con deseos, y es un juego de espejos que permite ver las cosas, igual que el fotógrafo busca la mejor luz para reflejarla, también lo hace el escritor”.

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También hay mucha reflexión sobre literatura, a partir del taller que imparte Balaguer y de la escritura de Rovira: “Supongo que aparte del oficio de escribir tiene que ver con que ya he publicado bastantes novelas... Ya soy más mayor que el Papa”.

De algún modo, de hecho, Casajuana ha cumplido los papeles de sus protagonistas, Rovira, Balaguer y Grenier, ya que es un escritor que publica en catalán, pero ha representado a España en el terreno diplomático, y al mismo tiempo como embajador en el Reino Unido, Grecia, Vietnam y Malasia ha vivido muchos años fuera, así que es capaz de ver el país con otra mirada. “Puedo interpretar las tres voces, y el tema de fondo sería el oficio de escribir la identidad, con el añadido de que aquí tenemos a una mujer que hace lo que siempre han hecho los hombres, quedar con una el martes y con otra el domingo”.

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Carles Casajuana, en la librería Ona de Barcelona

Llibert Teixidó

La convivencia es también una cuestión que le preocupa, porque “en Barcelona hay una enorme pluralidad cultural, superior a otros lugares, por el catalán y el castellano, pero también porque hoy hay un 25% de personas nacidas fuera y que tienen su propia visión”. “Esta diversidad cultural, mal gestionada crea problemas; bien gestionada, enriquece y es un estímulo, pero para un novelista da mucho juego porque genera los conflictos. Todas las culturas al final se sienten de alguna manera amenazadas. En catalán últimamente, se estila mucho la novela del retorno a las raíces, normalmente al mundo rural, con algunas obras buenísimas, pero yo voy un poco a contracorriente, porque busco raíces bajo el asfalto de Barcelona”.

Como hemos visto, el procés es uno de los ejes de la novela, sobre el cual el narrador ofrece varios puntos de vista buscando una cierta neutralidad: “En el libro ya lo explico, cuando escribo sobre la novela que escribe Rovira, se preocupa mucho por encontrar el equilibrio”. El autor sí tiene, sin embargo, una opinión clara: “Fue un cúmulo de disparates, desde la política de la porra de los unos a la política de máximos de los otros, que no se sostenía. Si somos sinceros con nosotros mismos y no nos hacemos trampa al solitario, todo el mundo sabía que la independencia no era posible, y jugaban a llevar las cosas al límite para avanzar en temas de identidad de Catalunya, de protección del catalán, de pacto fiscal... Todo venía de una herida absurda, el recorte del Estatut, y el gobierno de Rajoy, en lugar de negociar o torear como ha hecho tantas veces optó por la política de la porra”.

“Al final hicimos el ridículo ante el mundo, y ahora hay un alto el fuego. ¿Hemos llegado a la paz definitiva? No lo sabremos nunca, porque un alto el fuego puede durar toda la vida, pero lo que no ha habido es una reconciliación”, concluye.

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