Tangospremonitorios

La música en directo se considera una maldición televisiva. Los fanáticos de los audímetros la detestan, pero los melómanos la celebran. Y se agradece que las televisiones públicas aún programen minutos en los que se impone la química de la composición y la interpretación. Dos ejemplos recientes. El primero: en el programa Tot es mou (TV3), Magalí Sare y Manel Fortià interpretan, adaptado al catalán, el famoso tango Volver . Es un noble ejercicio de promoción (para recordar a los espectadores que actuarán en el Molino el 15 de junio) y un paréntesis reconfortante que rompe el ritmo falsamente trepidante de la actualidad. El segundo: en Futuro imperfecto (La 1), Andreu Buenafuente cierra su programa con la actuación de Valeria Castro acompañada al piano por Laura Andrés. Interpretan el tango Cambalache con pequeños retoques de la letra. Son retoques innecesarios que no alteran el sentido estructural del monumento en cuestión. El sentido del tango, compuesto en 1934, tiene una vigencia que mantiene la combinación de santos, estafadores, mafiosos y gente de mala vida como puntos cardinales de una decadencia colectiva e individual, muy parecida a la de aquella época.

MobLand acaba con un festival de venganzas sanguinarias y traiciones en las que el que la hace, siempre la paga

SANGRE. Más mafiosos terriblemente actuales: acaba la primera temporada de MobLand (SkyShowtime), con unos giros argumentales que preservan la presencia de venganzas sanguinarias y aterradoras, complós de una alevosía shakespeariana y la presencia hipnotizadora de Tom Hardy, que actúa como epicentro de un terremoto absoluto entre bandas rivales de narcotraficantes que arrastran un sentido del orgullo familiar altamente peligroso. Buenos actores y, aunque a menudo se encadenan situaciones estereotipadas por el exceso de referencias y homenajes, las tramas funcionan con una eficacia magnética. Y, en Filmin, una película aparentemente menor, pero que tiene el acierto de centrar su argumento en el día a día de un clan mafioso en un ámbito casi doméstico. Se titula Le royaume ( El reino de la mafia ) y, con una delicadeza y un detallismo exquisitos, cuenta, a través de la mirada de una chica (hija de un capo mafioso de la isla de Córcega), las dependencias y lealtades que imponen unos códigos de honor que, si no se respetan, son castigados con la muerte. O, para ser más exactos, con el asesinato.

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