El tóxico silencioso de los océanos: una sola colilla de cigarrillo contamina hasta 500 litros de agua

Contaminación

Son el principal contaminante de los océanos, por sus microplásticos y sus sustancias químicas. Una ONG realizará una campaña de recogida en 21 ciudades de España: en 2024 se recolectaron 37.875 colillas

Parte de los residuos recogidos en la playa de Matalascañas, que incluye 6.000 colillas.

Parte de los residuos recogidos en una playa de Matalascañas, que incluye 6.000 colillas.

Europa Press

En tiempos de una mayor concienciación social por la aceleración de la crisis climática y ambiental, la paradoja no deja de ser llamativa: el elemento que más contamina los océanos es el más invisible, el que menos atención recibe. Las colillas de cigarrillo son un “tóxico silencioso” para los mares, advierte Surfrider Foundation Europe, una organización sin fines de lucro que reúne a miles de voluntarios en la titánica misión de proteger las aguas del planeta. Las cifras que maneja esta ONG son escalofriantes: cada año se vierten al medio unos 4.500 millones de colillas en todo el mundo, de las cuales el 40% acaba en el mar tras ser arrastradas por el viento, la lluvia y las redes de alcantarillado. Una sola de estas colillas puede contaminar hasta 500 litros de agua.

Cuando se habla de los plásticos que terminan en los océanos, afectando directamente a la biodiversidad marina -y a la salud humana-, se piensa en las pajitas, envases y tapones de las botellas. Las colillas de los cigarrillos suelen, por lo general, escaparse de este imaginario colectivo. Sin embargo, su filtro, hecho de acetato de celulosa (un tipo de plástico), puede tardar más de diez años en degradarse y no desaparece. Durante ese tiempo, libera miles de sustancias tóxicas como plomo, arsénico o amoníaco.

Las colillas no se ven ni como basura ni como plásticos. Incluso hay fumadores que buscan las alcantarillas, creyendo que están ayudando cuando no es así

María BallesterosBióloga marina

Desde 2018, Surfrider realiza campañas de recogida de basura en las playas de toda Europa. En 2023, el 88,5% de los residuos recogidos fueron colillas. Se recogieron más de 180.000. “Esto convierte a las colillas en el residuo más recogido y en el principal contaminante de nuestros océanos”, sintetiza María Ballesteros, Bióloga Marina especializada en Conservación y Educación Ambiental, Responsable de Educación y Voluntariado de esta organización.

La experta lamenta que, pese la visibilidad política y mediática del impacto de los microplásticos, se siga sin asociar a las colillas de cigarrillos a la contaminación plástica, “lo que dificulta el abordaje de la problemática”. “No se ven ni como basura ni como plásticos. Entonces, hay un hábito general de los fumadores de tirar la colilla al suelo. Incluso hay fumadores que buscan las alcantarillas, creyendo que están ayudando cuando no es así”, subraya.

Las colillas tienen un doble impacto contaminante:  plástica y química, lo que perjudica a la fauna y la flora, envenenando los ecosistemas marinos

Surfrider

Según un estudio científico de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, cada año, alrededor de 300.000 toneladas de fibras microplásticas provenientes exclusivamente de colillas de cigarrillos son desechadas indebidamente en el medio ambiente. Ese volumen, por ejemplo, equivale a toda la recolección de residuos domiciliarios en el período de un mes por parte de la ciudad de São Paulo, una de las cinco ciudades más grandes del mundo.

Las colillas tienen “un doble impacto contaminante”, explican desde Surfrider. En primer lugar, por su composición, generan una “contaminación plástica”. En o con el agua, el plástico se degrada en micro y nano partículas, imposibles de recoger. En segundo lugar, provocan una “contaminación química”. Las colillas tienen hasta 7.000 sustancias químicas que perjudican a la fauna y la flora, envenenando los ecosistemas marinos.

¿Qué se puede hacer?

Ballesteros señala dos planos de acción: el ciudadano y el gubernamental. En el primero, es vital que los fumadores no arrojen las colillas al suelo. “Está tan naturalizada la práctica que hemos encontrado muchas colillas en las entradas de los hospitales y de centros médicos”, lamenta. Sin embargo, el correcto descarte tampoco resuelve el problema.

No existe, señala esta experta, ningún sistema de reciclaje de colillas con resultados comprobados. “Hay varias empresas que dicen que están intentando avanzar en este tipo de reciclaje. El problema son los tóxicos de las colillas. Si separar los materiales ya es muy difícil, neutralizar los tóxicos, aún más”, explica.

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Tampoco hay contenedores especiales para arrojar las colillas, otro escollo para avanzar en su reciclaje. Por tanto, una de las claves, apunta Ballestero, pasa por reducir la producción de cigarrillos -en sintonía con la discusión abierta para firmar un tratado internacional de reducción de plásticos- y por prohibir los filtros, el elemento más contaminante.

En el plano político, en lo que concierne a las istraciones públicas, urge una ley estatal que prohíba fumar en las playas. El año pasado, el Ministerio de Sanidad Sanidad sacó a consulta pública previa el proyecto de ampliación de espacios sin humo: terrazas, marquesinas, andenes, playas, piscinas o estadios de fútbol. Sin embargo, el plan no figura entre las leyes que aprobará Sanidad dentro del plan Normativo de 2025.

Ballesteros celebra que haya cada vez más municipios que cuelguen el cartel de prohibido fumar. En 2024, la asociación Nofumadores contabilizó un total de 700 playas libres de humo, un 20% del total. Sin embargo, las multas son “prácticamente testimoniales”, aclaran desde esta otra ONG. “A pesar del aumento exponencial del número de playas sin humo, al no haber multas, la medida es más bien cosmética” sostiene su presidenta, Raquel Fernández.

Los cigarrillos electrónicos desechables

Empezando por la raíz -denuncia Surfrider-, el cultivo del tabaco destruye tierras y bosques. A su vez, esta deforestación agrava el cambio climático, debido al incremento de la acidez del océano y de las temperaturas, con un profundo impacto en la vida marina. Cada año se sacrifican 600 millones de árboles y 200.000 hectáreas de tierra para el cultivo del tabaco y el curado de las hojas, con el consiguiente agotamiento del suelo, pérdida de biodiversidad y desertificación.

Además de contaminante, el tabaco es un “cultivo muy sediento”. Se calcula que se necesitan 3,7 litros de agua para fabricar un cigarrillo. “Es decir, 22.000 millones de toneladas de agua desperdiciadas cada año para la producción mundial de tabaco”, denuncia la organización.

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A las colillas, se agrega, se unen ahora nuevos tipos de residuos: los cigarrillos electrónicos desechables o “puffs”. Al estar diseñados para un solo uso y no ser reciclables, ya que las pilas se moldean directamente en el plástico, “estos cigarrillos desechables contribuyen a la contaminación mundial por plásticos”.

“Es urgente aplicar el principio de quien contamina paga y exigir responsabilidades a las empresas de este sector por los daños que han causado durante décadas, incluidos los perjuicios para los ecosistemas y la vida oceánica”, coinciden todas las ONG que intentan visibilizar la problemática ambiental del tabaco.

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