En este volumen, César Vallejo se nos descubre como un deslumbrante ensayista. El romanticismo en la poesía castellana es un espléndido análisis que el autor de Los heraldos negros realizó sobre dicha tendencia artística, concretando sus reflexiones en las características del romanticismo español. De este magnífico ensayo extraemos la acertada definición que Vallejo realiza de su propio oficio, la poesía: El degenerado y el virtuoso, el asceta y el sacrílego, el triste y el que vive entre sonrisas y placeres, el poderoso y el siervo, todos constituyen la esencia inspiradora y el objeto de la poesía. Siendo cada hombre el fondo mismo de la poesía, la inspiración es personal, subjetiva, porque en cada canto va ya una esperanza y una pena, ya una dicha y un desengaño, ya una sonrisa y una lágrima.
Cesar Vallejo
César Abraham Vallejo (Santiago de Cucho, Perú, 1892- París, 1938), considerado como uno de los mejores poetas de Perú, escribió también obras narrativas, las cuales presentamos en este libro. En 1913 ingresó en la Universidad de La Libertad (Trujillo), donde se graduó como bachiller con una tesis sobre el Romanticismo en la poesía castellana. Por aquellos años se asoció al denominado grupo “Norte”, entre cuyos integrantes estaban Antenor Orrego, Macedonio de la Torre y Alcides Spelucín, entre otros. En 1918 viajó a Lima para estudiar un doctorado en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ese mismo año publicó su primer libro, titulado Los Heraldos Negros. En 1920 fue encarcelado durante tres meses por un desafortunado incidente, un periodo en que escribió Escalas melografiadas, cuya característica principal, según los críticos, es su “prosa desgarradora”. El autor, considerado el máximo representante del Vanguardismo en su país, viajó después a Europa, en 1923, y visitó París, Madrid, Moscú, Budapest, Bruselas y Berlín. Finalmente se asentó en el continente, donde vivió quince años, y se casó con la sa Georgette Philipard. Lejos de su país escribió Rusia, Reflexiones al pie del Kremlin (1931), Tungsteno y una obra de teatro llamada Lock-out. Vallejo careció de recursos económicos en Europa; al principio vivió de los artículos periodísticos y ensayos que enviaba a distintas revistas. Al respecto, Luis Alberto Sánchez escribió: “Europa fue terrible para Vallejo. Un hombre como él, todo sensibilidad, sencillez y contemplativo ocio, sin inquietudes políticas, generoso y discurridor, no tenía qué hacer”.
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