Llegó hace treinta y cuatro años a Cañada Rosal, la pequeña localidad sevillana donde le conocen como Donángel, así, de corrido, con ese «don» que muestra el respeto y el cariño que sienten por quien siempre está de guardia para ellos. Vecino, amigo y psicólogo en la salud; doctor, consejero y consuelo en la enfermedad.
Esta es la historia del bazar de las sorpresas que desde siempre ha sido la consulta de Ángel López, médico rural. Porque entre dolencias y dramas a menudo surgen también momentos divertidos e inolvidables. En este libro recopila algunos de sus casos más delirantes: verrugas vivientes, embarazos insospechados, pelusas colosales en el ombligo, padres con niños con poderes, pacientes cantaores, exorcismos de madrugada, medicamentos istrados por lugares equivocados…
Un maravilloso anecdotario lleno de humor, ternura y pasión por la medicina.
Angel Lopez
Ángel López (Málaga, 1948) cursó estudios en el colegio Salesianos de Málaga y en el instituto Martiricos de la misma ciudad. Posteriormente, termina estudios en la Escuela de Peritos Mercantiles. Comienza a trabajar como botones en el Palacio de la Tinta, donde asciende hasta ejercer como contable del Departamento de istración. No obstante, la mayor parte de su vida laboral se centró en la venta en diversas empresas a lo largo de los años. El 23 de julio de 1972 contrajo matrimonio con Antonia Calderón Quintana. Fruto de este matrimonio nacen sus dos hijas, Esther e Irene, y su hijo, Julio. Su espíritu inquieto y su afán por mejorar el mundo, unidos a su gran amor por la lectura, hicieron de él una persona autodidacta e implicada en el entorno en el que estuviera en cada momento: en la OJE, siendo muy joven, militando en el PSOE, creando la Asociación de Vecinos de Jardín de Málaga, etc. La crisis de los años 80 le golpea de lleno, quedándose desempleado en 1987, lo cual fue el desencadenante para que, por fin, se lanzara a la aventura de escribir este y otros libros que no han visto aún la luz. Esta obra es publicada con carácter póstumo por su hija Esther, como homenaje a su padre, como regalo a su madre, hermanos y a ella misma, y con la intención de donar los beneficios que pueda reportar su venta al Centro de Investigaciones Médico-Sanitarias (CIMES) para contribuir a la labor de investigación del cáncer, enfermedad que supuso el fallecimiento del autor en octubre de 1996.
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