Mientras los Estados europeos deciden, después de año y medio de ofensiva en Gaza, sobre qué sanciones tomar contra el Gobierno israelí por su último y mortífero asalto en la Franja, los países árabes demandan una vez más el fin del conflicto. Reunidos en una opulenta sala de Bagdad, los líderes de la Liga Árabe firmaron la semana pasada una declaración conjunta para pedir a la comunidad internacional “ejercer presión para poner fin al derramamiento de sangre y garantizar que la ayuda humanitaria urgente pueda ingresar sin obstáculos a todas las zonas necesitadas en Gaza”.
Entre ellos se encuentran Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), destino de la primera gira por Oriente Medio de Donald Trump en su segundo mandato. Las potencias del Golfo pugnan por el favor del líder estadounidense a pesar de sus declaraciones a favor de la expulsión de los palestinos del enclave. En Riad, Trump y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, cerraron un acuerdo de defensa.
De igual forma, Qatar obsequió al presidente un flamante Boeing 747 de lujo para que sirva como nuevo Air Force One . La monarquía ha sido uno de los grandes benefactores de Hamas, como reconoció ayer Beniamín Netanyahu. Un informe publicado en medios locales asegura que el primer ministro israelí recibió dos avisos por parte de la agencia de inteligencia interior israelí, el Shin Bet, sobre que el estado del Golfo financiaba a la organización islamista ya en el 2019 y el 2020, y que aún así, Netanyahu permitió las transferencias.
Siria mantiene conversaciones discretas con Israel y se plantea firmar los acuerdos de Abraham
Doha se ha convertido, junto a El Cairo, en el escenario principal de las eternas rondas de negociaciones entre Hamas y los israelíes, que no han evitado la ofensiva actual, que busca “tomar el control de Gaza”, según el Gobierno de Israel. Mientras tanto, los Emiratos mantienen su compromiso con los Acuerdos de Abraham de normalización de relaciones con Israel, y pactos concretos en materia de tecnología y economía.
Los tres países árabes han aportado millones en ayuda humanitaria y financian hospitales dentro del enclave palestino, aunque reciben acusaciones por no ejercer presión suficiente para el cese de los ataques en la Franja, que ya suman más de 53.762 muertos y 122.197 heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza.
También se cuestiona el papel de Egipto, el único país que hace frontera con la Franja y donde Trump propuso enviar a los casi dos millones de palestinos. El gobierno de Abdel Fatah el Sisi ha impuesto líneas rojas que Israel ha incumplido sin que haya habido reacción. La entrada de ayuda y alimentos a Gaza se hace a través de Rafah, paso que las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) controlan desde mayo del pasado año y por donde apenas pasan camiones con comida. Por el momento, se niegan en rotundo a aceptar desplazados gazatíes en su territorio, ya que eso implicaría la “pérdida de su tierra”. El rey Abdalah de Jordania sigue la misma política que su homólogo egipcio. Sin embargo, ambos países dependen económicamente de Estados Unidos y, en el caso de la economía egipcia, de un préstamos del Fondo Monetario Internacional para mantener su moneda a flote.
La Liga Árabe condena el “derramamiento de sangre en Gaza” pero refuerza su vínculo con EE.UU.
A Israel prácticamente no le queda oposición real en la región. La derrota aplastante de Hizbulah en Líbano y la subida al poder de un presidente proamericano ha puesto fin a los ataques de la milicia al norte de Israel. Los libaneses han normalizado los ataques diarios de la aviación israelí, que ayer mismo golpearon el sur y el este del país, pese al acuerdo de alto el fuego firmado el pasado noviembre.
El último eslabón de la cadena es Siria. Tras la caída de Bashar el Asad –aliado de Irán–, Israel se opuso en primera instancia al nuevo gobierno liderado por los islamistas, e incluso lanzó ataques a las afueras del palacio presidencial en Damasco en el último mes. Pero la reciente reunión en Riad entre Trump y el nuevo líder sirio, Ahmed el Sharaa, y el anuncio del levantamiento de las sanciones estadounidenses a la economía siria ha dado un vuelco al tablero. Ambos países mantienen conversaciones discretas en Azerbaiyán, según medios israelíes, en las que se discute la entrada de Siria en los Acuerdos de Abraham. La cuestión palestina ha quedado fuera del discurso de El Sharaa, enfocado en reconstruir su propio país en ruinas.