Muere Sebastião Salgado, el fotógrafo que captó la esencia de la naturaleza y del alma humana

A los 81 años

Su estilo estuvo marcado por imágenes en blanco y negro, una tonalidad rica y escenarios cargados de emoción, y las comunidades empobrecidas estaban entre sus principales intereses

Sebastiao Salgado y Lelia Wanick en el montaje de la exposición en las Drassanes Reials

Sebastiao Salgado y Lelia Wanick en el montaje de la exposición en las Drassanes Reials

El fotógrafo y ambientalista brasileño Sebastião Salgado, conocido por sus galardonadas imágenes de la naturaleza y la humanidad, falleció a los 81 años. El Instituto Terra, fundado por él y su esposa, Lelia Wanick, confirmó la información este viernes, pero no proporcionó más detalles sobre las circunstancias de la muerte de Salgado ni dónde tuvo lugar. “Sebastião fue más que uno de los mejores fotógrafos de nuestro tiempo”, declaró el Instituto Terra en un comunicado. 

Fotografía de Sebastiâo Salgado, en la exposición del Museu Marítim

Fotografía de Sebastiâo Salgado, en la exposición del Museu Marítim

© Sebastião SALGADO / Terceros

Salgado fue uno de los fotógrafos más conocidos y reconocidos del siglo XX. Aunque la suya fue una vocación tardía. Nacido en Aimorés, en el estado brasileño de Minas Gerais, el 8 de febrero de 1944, Salgado estudió economía en la Universidades de São Paulo y Venderbit en Estados Unidos. A finales de los años 60, como muchos latinos, se instaló en un París mitificado por el mayo del 68. Allí estudió un doctorado en Economía y trabajó en la Organización Internacional del Café.   

Chamán yanomami realiza un ritual antes de la subida al Pico da Neblina.
Estado de Amazonas, Brasil, 2014.

Chamán yanomami realiza un ritual antes de la subida al Pico da Neblina. Estado de Amazonas, Brasil, 2014.

Sebastião Salgado

Hasta que descubrió la fotografía. Fue un auténtico flechazo. Un amor correspondido, que duró más de medio siglo. Salgado entró en 1973 en la agencia Gamma y más tarde trabajó para la Magnum. Pero el artista brasileño quería ir más allá del fotoperiodismo. Supo que con sus imágenes podía poner un granito de arena para cambiar el mundo y se decantó por la fotografía social. Salgado captó como nadie la esencia de la naturaleza y del alma humana y para distribuir su trabajo creó su propia agencia, Amazonas Images, a mediados de los años 90, cuando sus fotografías ya eran muy conocidas. 

Una de las fotografías de la muestra 'Amazônia' de Sebastião Salgado en el Fernán Gómez de Madrid

Una de las fotografías de la muestra 'Amazônia' de Sebastião Salgado en el Fernán Gómez de Madrid

© Sebastião SALGADO / Terceros

Y empezó a viajar, porque la única manera de mostrar al hombre y a la naturaleza en estado puro como Salgado pretendía era recorrer el mundo. Eso le llevó a desarrollar el proyecto Éxodos sobre las migraciones. Un trabajo que le provocó también una profunda tristeza: “Estaba hundido. Pasé siete años fotografiando refugiados que huyen de las guerras. En los campos de Congo, en Goma, en 1994 morían 12.000 ruandeses al día. Yo estaba allí. Lo que vi en Ruanda fue tan brutal que abandoné la fotografía”, explicaba en una entrevista con La Vanguardia.  

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Sebastiao Salgado, entrevista de la exposición Amazonia Foto Emilia Gutierez 08/09/2023

Emilia Gutiérrez / Propias

Recuperó la alegría gracias a su familia y al regreso a casa. “He tenido mucha suerte con mi esposa, Lelia Wanick. Mi fotografía no sería la misma sin ella, ni sin mis hijos, Juliano y Rodrigo (síndrome de Down)”, decía. La familia volvió a Minas Gerais, a la finca familiar donde el artista había crecido. Allí las cosas tampoco pintaban bien.  “El lugar estaba arrasado por la erosión, hacía años que no crecía una brizna de hierba. Era una tierra árida, destruida, muerta”. Los Salgado decidieron replantar para recuperar la vida de la mano del Instituto Terra. “Crecieron más de dos millones de árboles, y volvieron el agua, los jaguares, los caimanes, más de 170 especies de pájaros. Fue tan bonito... Es la prueba de que podemos reconstruir lo que hemos destruido”, decía en la misma entrevista.  

amazonia

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© Sebastião SALGADO

La vida volvió a brotar y Salgado tomó de nuevo su cámara para retratar los espacios todavía vírgenes de un planeta que se autodestruye en Génesis. Corría el año 2014 y ese nuevo proyecto estuvo acompañado de una película, La sal de la tierra, un documental codirigido por su hijo Juliano y el cineasta y también fotógrafo Wim Wenders. 

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En el año 1998, recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes “porque haber sabido retratar la condición humana y evidenciar las desigualdades del mundo actual con un lenguaje plástico personal, profundo, poético y de alta calidad formal”. Un galardón que se sumó a otros como el Premio W. Eugene Smith de Fotografía Humanitaria, que recibió en 1982.

Sebastiao Salgado contempla el libro que recoge buena parte de su impresionante trabajo fotográfico

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Cortesía Taschen

El pasado mes de diciembre, viajó a Barcelona para presentar Amazônia, una exposición en la que denunciaba, a través de la belleza, el desastre ecológico que acecha al pulmón verde del planeta y los pueblos que lo habitan. Durante esa visita concedió una entrevista a Teresa Sese en la que contaba su experiencia en el Amazonas: “Cuando fui por primera vez a la selva tenía miedo, estaba muy preocupado. ¿Cómo iba a entenderme con esas comunidades indígenas que consideraba aisladas, primitivas, a miles de años de distancia? A las dos horas de estar allí me di cuenta de que todo lo que era esencial para mí (el amor, la solidaridad, la vida en comunidad) lo era para ellos, porque ellos somos nosotros. Es tu comunidad, la del Homo sapiens , con la diferencia de que no ha sido violada, no ha sido influenciada por las grandes corrientes religiosas ni dominadas por el capital o la política. Son seres libres. ¡El paraíso existe!”, aseguraba.

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Y ya por entonces le rondaba por la cabeza la idea de que el final estaba cerca: “Me falta morir ahora. Tengo 50 años de carrera y he cumplido 80. Estoy mas cerca de la muerte que otra cosa. Uno vive como máximo 90. Entonces no estoy lejos, pero continúo fotografiando, continúo trabajando, continúo haciendo las cosas de la misma forma”, explica en otra entrevista hace unos pocos meses. Hoy ha fallecido, pero deja un doble legado, el artístico, que entra por los ojos, y el amor a la naturaleza cuyo cuidado reivindicaba con su obra, sus acciones y sus palabras.

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